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«Supernova»: una vida que se extingue

‘Supernova’ es una gran historia de amor, de dos grandes actores que hacen un trabajo contenido, mostrando una gran intensidad interior, aunque se muestren razonables, inteligentes y cordiales.

MONTERREY, N. L. (apro).- Qué difícil es despedirse de esta vida. Y más difícil aún es hacerlo cuando se sabe que el fin es inminente.

‘Supernova’ (Supernova, 2020) es un acercamiento cálido hacia la intimidad de quienes sufren enfermedades degenerativas e irreversibles. Ricos y pobres, anónimos y virtuosos, todos se postran ante padecimientos sin remedio y a los que hay que enfrentar con valor, a menos de que se quiera evitar todo el largo trámite de la agonía física, para abreviar un desenlace que no puede eludirse.

Concebida como una pieza teatral, es de dos únicos personajes en torno a los cuáles pasan algunos otros transeúntes que pretenden hacerles menos doloroso el trance al que comienzan a ingresar. Hecha mayormente de diálogos densos, la cinta es un gran ejercicio de guion en el que se establece un agudo debate sobre las razones por las que las personas se encuentran vivas en este mundo. Al mismo tiempo, habla de la confianza en los poderes curativos del amor.

Colin Firth y Stanley Tucci son Sam y Tusker, una pareja gay de la clase alta. Son artistas aclamados, que llevan una larga relación en la que conviven como un viejo matrimonio, lleno de manías, disputas cotidianas por naderías, y roles bien definidos sobre quién es el distraído, el perezoso, el alegre, y quién el gruñón, ordenado y aprehensivo. La relación es funcional y perfecta, y viven en una larga felicidad que es empañada con el surgimiento de un padecimiento que a Tusker, de oficio escritor, lentamente le va sustrayendo la razón y el entendimiento. La demencia lo dejará sin recuerdos y sin posibilidad de valerse solo.

Por eso, emprenden un viaje idílico por la campiña inglesa, en una preciosa casa rodante, para visitar a los amigos, a los que les van explicando su situación y con quienes establecen encuentros que son, se sabe, despedidas entrañables.

El escritor y director Harry Macqueen pone a los enamorados en una situación que es confortable y terrible, pues si bien, con las comodidades que viven, van asimilando el futuro inminente, en medio de un entorno apacible y suave, nada impide que comiencen a abordar una pérdida que es dolorosa y devastadora. Porque Tusker es terriblemente consciente de lo que llegará y sabe cómo su pareja lo asimila. Tienen la suficiente confianza para hablar claramente de la fatalidad que los acecha, aunque Sam se niega a aceptarla.

Es entonces que el paciente, en un ejercicio de claridad mental y raciocinio, que únicamente puede proporcionar la cercanía de la muerte, se muestra lo suficientemente sensible para saber lo que viene, por lo que le pide que lo deje ir y que, más allá, le permita tomar cualquier decisión que considere pertinente. Desea evitar el tránsito de la agonía, que lo separará de este mundo, desdibujando la persona que siempre ha sido, para convertirse, según anticipa, en la estampa de un ser vacío que, sin memorias y voluntad, se convertirá en un remedo de lo que fue, para su amado y para el mundo.

Tucci hace aquí el papel de su vida.

‘Supernova’ es una gran historia de amor, de dos grandes actores que hacen un trabajo contenido, mostrando una gran intensidad interior, aunque se muestren razonables, inteligentes y cordiales.

Y presenta duros dilemas éticos sobre los derechos de los pacientes a evitar el sufrimiento mediante decisiones extremas tomadas en pleno uso de facultades.

FUENTE. REVISTA EL PROCESO

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